Ideas de fondo

La izquierda política europea que trabaja en el terreno institucional (aunque no solo en él) lleva tiempo repensándose tras "el fracaso de los varios socialismos ensayados o abortados en el siglo XX" como dice la buena gente de SinPermiso. No termina de encontrar un sitio en las llamadas democracias parlamentarias que vaya más allá de un respaldo electoral minoritario y la ocasional influencia o gobierno directo en municipios o territorios algo más amplios. Y mira con esperanza las distintas experiencias transformadoras del otro lado del charco, pero no da con la fórmula para salvar las enormes diferencias sociales y culturales que impiden trasladar el modelo a nuestras coordenadas.

En medio de ese interminable debate, los últimos años han traído novedades importantes cruciales para su resolución:
  • En primer lugar, la crisis económica y la brutal política de austeridad impuesta, sobre todo en los países del sur de Europa, han contribuido a resquebrajar consensos sobre las fórmulas de organización social y política vigentes desde hace décadas.  Este sistema durante varias décadas ha dado resultados suficientes a una mayoría social en los países occidentales. Con enormes desigualdades en la participación en el reparto de la riqueza, por supuesto, pero con unos mínimos que permitían mantener el consenso en torno al sistema en sí.
  • En segundo lugar, para ello ha sido clave que la subordinación del poder político al económico se haya mostrado con toda su crudeza cuando la crisis del capitalismo impide cualquier margen para la negociación a las élites si quieren conservar sus privilegios. No hay espacio para el pacto social: o consiguen hacer cristalizar un nuevo régimen que será profundamente desigual y autoritario o saben que la salida será la redefinición de las reglas del juego que no se pueden permitir. Por el contrario, para la mayoría social abre una ventana de oportunidad para un cambio real si la ciudadanía es capaz de organizarse para no aceptar el empobrecimiento de sus vidas y la pérdida de derechos y libertades.
  • En tercer lugar, el caso griego ha reabierto la esperanza de que un programa realmente emancipador obtenga un apoyo suficiente para convertirse en alternativa de gobierno, aunque ello no sea suficiente para cambiar de base el orden de las cosas. Syriza es el nuevo espejo en el que mirarse, pero no basta con decir que se quiere ser Syriza, sino que es necesario plantearse qué se puede hacer para llegar a construir algo similar.

El momento exige altura de miras y audacia. La situación social es tan dramática que no permite equivocaciones. Y en ninguna parte está escrito que la única alternativa a la situación actual sea la izquierda ni que esta sea indefectiblemente el eje sobre el que construir un proyecto de mayoría social. El caso griego también nos muestra que el autoritarismo y la intolerancia resultan atractivos, especialmente si se ocupa con habilidad el espacio que el Estado abandona. Italia nos muestra que la izquierda social busca nuevos caminos si los partidos no dan las respuestas adecuadas.

Es necesario, por tanto, que la izquierda acierte en los debates que debe afrontar para ser útil a la mayoría social. Algunos de los que debe tener presentes IU en su X Asamblea son los siguientes, que también se recogen en la aportación "Tiempos de audacia política":


  • Hay que avanzar de “representar” a “construir con”: no podemos caer en la inercia de ver la política como algo estático en el que unos actores simplemente tratan de ser un espejo de los anhelos de la sociedad o una parte de ella. La política debe ser un proceso en el que no nos limitemos exclusivamente a enunciar ideas y proyectos para recibir apoyo, sino que debe servir para construir y lograr objetivos concretos a corto, medio y largo plazo. Aprendamos del movimiento antidesahucios que no solo clama por la dación en pago, sino que consigue parar desalojos, renegociar hipotecas o saldar deudas. Aprendamos de la gente en las plazas que no ha buscado quien represente sus propuestas sino construirlas colectivamente. Aprendamos de la gente que pone en marcha cooperativas para consumir, para producir energías limpias, para generar cultura o información alternativa, redes para desarrollar software libre. Se trata de cambiar el mundo aquí y ahora.
  • Hay que pasar de hablar PARA la izquierda a hablar CON la mayoría social: Pensemos en algunos de nuestros últimos eslóganes electorales: “Más izquierda”, “Con la gente de izquierdas”. La identificación de “izquierda” e “interés de la mayoría social” es algo que tendemos a dar por hecho y que, sin embargo, no necesariamente se percibe así. Y en el fondo, late otro asunto más preocupante: resaltamos la coherencia ideológica de nuestra acción y nuestro discurso fundamentalmente porque buscamos el apoyo de quien ya se autoubica ideológicamente en la izquierda, de quien ya ha hecho previamente esa identificación entre izquierda y bien común. Renunciamos así, voluntaria o involuntariamente, a dirigirnos a quien materialmente se beneficiaría de otras políticas. Y este cambio, no solo en los eslóganes, es fundamental si aspiramos, como decimos, a forjar un nuevo proyecto para la mayoría social, un nuevo modelo de convivencia social al servicio de las necesidades de la gente de abajo.
  • Tras impulsar la convergencia, ahora toca navegar. IU impulsó los procesos de Refundación de la Izquierda y de Convergencia Social. En ellos se ha realizado un esfuerzo encomiable y un trabajo innegable que han dado lugar a experiencias muy interesantes. Pero es necesaria más autocrítica, porque el alcance de esos procesos ha sido limitado, fundamentalmente porque se lanzaron “en frío”, a fuerza de voluntad, de manera unilateral. Ahora, sin embargo, no se trata de refundar la izquierda, sino de forjar un proyecto de mayorías. IU no puede faltar en ese proyecto, pero no puede autoerigirse como el centro del mismo. Sobran por tanto las referencias a ser “el eje”, a “ampliar los límites de IU”, a converger en “torno a IU”. Afortunadamente, no toca ya llamar a la ciudadanía, sino responder a la llamada de la calle a hacer otra política y con otra forma de hacer política.
  • Es la hora de escuchar para reinventar la política. La caracterización del 15M que hemos hecho en los documentos está, sin duda, cargada de buena intención, pero no puede evitar mezclar cierto recelo, con condescendencia e incluso patrimonialización. Sí, sus propuestas coinciden con muchas de las nuestras, pero ¿acaso no nos dice nada que a tanta gente le suenen nuevas o más creíbles? Sí, hay discursos contradictorios, pero ¿qué organización o movimiento ha contribuido tanto y en tan poco tiempo a construir un nuevo sentido común democrático y radical? Y sí, cuestiona todo y entona aquello del “no nos representan”, pero ¿no denunciamos precisamente en nuestros documentos la incapacidad de este modelo para dar soluciones a las necesidades de la gente? No toca mirar por encima del hombro y felicitar al pueblo que “por fin se politiza, tal y como la izquierda lleva años reclamando”, sino preguntarnos por qué cuando la ciudadanía ha decidido organizarse no ha optado por cauces tradicionales. Las demandas de regeneración política apuntan fundamentalmente a los partidos del régimen bipartidista, pero sería un error no entender que apuntan a una redefinición general de la interacción entre ciudadanía e instituciones.
  • ¿Sumar en afiliación o sumar en participación?. Por último, en materia organizativa, la propuesta que se sitúa en el frontispicio es la del mero aumento de la afiliación. Se habla de ser una organización de masas, y se apunta el objetivo de 100.000 personas afiliadas. No es el momento de centrarse en rellenar fichas: ojalá vengan, y vendrán, si el trabajo está bien hecho. Pero lo primordial es transformarnos en una organización flexible, capaz de trabajar con apertura y que se adapte a las demandas de participación. En ese sentido, es necesario dejar de pensar en una organización política que solo incumbe a sus militantes, para dar paso a una que interactúa con la ciudadanía, organizada o no. Por ello, hay que abrir cauces de participación y decisión en los que puedan intervenir todas las personas, estén o no afiliadas, hayan votado o no a IU.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar :)