viernes, 26 de octubre de 2012

Tiempos de audacia política

Esta es una aportación a la X Asamblea elaborada por Tania Sánchez, Eberhard Grosske y Juan Peña, que después hemos intentado traducir a enmiendas concretas.

INTRODUCCIÓN

Izquierda Unida afronta su X Asamblea Federal en las mejores condiciones para realizar un debate que sirva a la mayoría social que sufre en primera persona la crisis económica y política. El clima social, la movilización ciudadana y las condiciones internas de IU nos permiten, y deberían obligar, a hacer una asamblea rigurosa y honesta en el análisis, audaz en la propuesta y ambiciosa en la definición de objetivos y estrategias. En primer lugar, porque sabemos que esta crisis abre un escenario político en el que no hay vuelta atrás al modelo de pacto social: o cristaliza el retroceso neoliberal en derechos y libertades o se forjará un nuevo modelo de desarrollo social y democrático. Y en segundo lugar, porque no sólo estamos en un escenario en el que IU llame a la ciudadanía a la movilización y la convergencia: es la ciudadanía la que está en la calle, movilizada, y apela a nuestra capacidad de autocrítica y reinvención. Por tanto, de IU depende dar los pasos correctos para ser una pieza decisiva en la construcción de un nuevo proyecto de mayorías o quedar relegada a un papel tangencial, aunque coyunturalmente importante, si no se muestra a la altura de las circunstancias.

Los documentos que hemos presentado a la militancia realizan análisis, por lo general, acertados y valientes, conscientes de la importancia y excepcionalidad del momento. Pero creemos que es necesario, en primer lugar, terminar de adaptar nuestro discurso (en la medida en que determina nuestra acción) al nuevo tiempo político en base a aportaciones como las que aquí se plantean.

Creemos que una IU que adopte este discurso y estos compromisos será una IU a la altura del momento histórico que vivimos, útil para la mayoría social, que no se conforma con sus buenos resultados electorales, que supera definitivamente una larga etapa de interiorización paralizante, y en definitiva que se arriesga a reivindicar la acción política con la audacia que exige el momento.

Nos jugamos todo como sociedad, como gente de a pie que un día decidió participar en política para tratar de cambiar el mundo. Nos encaminamos a un horizonte de mayor desigualdad y pérdida de derechos, hacia la consolidación de un régimen antidemocrático y antisocial. Pero a la vez, como en cualquier momento de inflexión histórica, se ha abierto una ventana de oportunidad para darle la vuelta a todo, para que la gente de abajo tomemos el futuro en nuestras manos, para cambiar el sentido común colectivo, las bases de consentimiento.

I.- EL GIRO A LA CIUDADANÍA Y LA REIVINDICACIÓN DE LA POLÍTICA

La situación socioeconómica ha generado una crisis de confianza respecto a la política como mecanismo para prever y solucionar los problemas más elementales de la ciudadanía. Esta crisis de confianza puede suponer un revulsivo positivo en la medida que se dirija hacia el establishment bipartidista, las rigideces del modelo institucional vigente y las políticas neoliberales que han presidido la construcción de la Unión Europea.

Sin embargo, si esta crisis de confianza deriva en un distanciamiento de la política global e indiscriminado, se convertirá en un elemento desmovilizador y en un lastre objetivo para luchar contra las políticas neoliberales y el sufrimiento social que están generando: cuando la política desaparece, lo único que quedan son los poderes fácticos de carácter económico, mediático y coercitivo.

Es necesario reivindicar la democracia y la política como la única defensa de la inmensa mayoría ante los intereses de los lobbies económicos, pero eso no será creíble si no va acompañado de una práctica política que se ponga al frente de la defensa de la ciudadanía, y que no se deja arrastrar sino que combate la opacidad y las practicas corruptas de cualquier tipo.

Reivindicar la Política supone, sobre todo, abandonar las inercias partidistas habituales, desplazar la pugna mediático-institucional del eje de la acción política y situar en dicho eje una relación interactiva con la ciudadanía.

Este "giro hacia la ciudadanía", lejos de ser una figura retórica, plantea diversas exigencias en la línea política, la acción institucional, el discurso e incluso la organización de Izquierda.
Un nuevo impulso y orientación a las políticas unitarias

La unidad, elemento que está en el mismo origen de IU, ha sido convertida en un
objetivo esencial a causa de la ofensiva neoliberal. No obstante, y como bien se
señala en el documento político, la unidad es algo mucho más importante que una simple suma de siglas para concurrir a las elecciones. La unidad políticamente más valiosa es un proceso de encuentro con otras fuerzas políticas y con la sociedad que comienza en el análisis, en la propuesta programática, en la acción política y que culmina en fórmulas electorales y organizativas de diversa naturaleza.

El objetivo de IU ha de ser formar parte de un nuevo movimiento social y político que trabaje por un programa para la mayoría social.

No se trata de que IU lance un nuevo proceso e invite a sumarse a él. Se trata de abrir de inmediato un diálogo con otros actores políticos y sociales, y con personas a título particular, para encontrar unas bases comunes que permitan aglutinar una mayoría social que resista contra las políticas de austeridad, que se rebele contra el discurso de la salida inevitable y que reconstruya una alianza amplia para la generación de la alternativa.

Afortunadamente, no toca ya llamar a la ciudadanía, sino responder a la llamada de la calle a hacer otra política y con otra forma de hacer política. No toca mirar por encima del hombro y felicitar al pueblo que “por fin se politiza, tal y como la izquierda lleva años reclamando”, sino preguntarnos por qué cuando la ciudadanía ha decidido organizarse no ha optado por cauces tradicionales. Las demandas de regeneración política apuntan fundamentalmente a los partidos del régimen bipartidista, pero sería un error no entender que apuntan a una redefinición general de la interacción entre ciudadanía e instituciones.

Hay que avanzar de “representar” a “construir con”. No podemos caer en la inercia de ver la política como un escenario estático en el que unos actores simplemente tratan de ser un espejo de los anhelos de la sociedad o una parte de ella.La política debe ser un proceso en el que no nos limitemos exclusivamente a enunciar ideas y proyectos para recibir apoyo, sino que debe servir para construir y lograr objetivos concretos a corto, medio y largo plazo. Aprendamos del movimiento antidesahucios que no solo clama por la dación en pago, sino que consigue parar desalojos, renegociar hipotecas o saldar deudas. Aprendamos de la gente en las plazas que no ha buscado quien represente sus propuestas sino construirlas colectivamente. Aprendamos de la gente que pone en marcha cooperativas para consumir, para producir energías limpias, para generar cultura o información alternativa, redes para desarrollar software libre. Que cambie el mundo aquí y ahora.

En este sentido, es necesario asumir, con las alianzas más amplias posibles, los
siguientes objetivos:
  • Elaborar un programa político y electoral con voluntad de generar hegemonía social y mayoría electoral. Dicho proceso debería permitir llegar a las elecciones europeas de 2014 con una gran alianza social nucleada en torno a puntos muy concretos como la exigencia de auditoría de la deuda, el rechazo del pago de la deuda ilegítima, la conversión del BCE en una verdadera Reserva Federal, una política monetaria al servicio del crecimiento, el control democrático de las instituciones europeas y la apertura de un proceso constituyente para Europa, con la aspiración de ampliar esta alianza al conjunto del continente.
  • Contribuir al desarrollo local de proyectos e iniciativas ciudadanas alternativas que confronten con el modelo único y que sirvan en lo inmediato para dar respuesta a los sectores más duramente atacados por la crisis.
  • Potenciar movilizaciones y acciones no para demandar sino para lograr el disfrute efectivo de derechos sociales: a la vivienda, a la salud, a la educación, etc. La objeción al apartheid sanitario de las personas extranjeras o la paralización de desahucios deben ser un ejemplo a seguir.
  • Hacer un ejercicio ejemplarizante de transparencia y participación democrática en nuestra propia organización. Los niveles de desafección obligan a recuperar la credibilidad en la práctica cotidiana de nuestra organización.
  • Es necesario abrir un debate sobre la manera en que nuestros compañeros y compañeras con cargos institucionales pueden rebelarse contra los dictados de la troika y el gobierno central. CCAA y Ayuntamientos están atados de pies y manos y son rehenes de la prioridad del pago de la deuda frente a las necesidades sociales. Los intereses y necesidades de la gente deben primar y debemos buscar fórmulas para ello allí donde podemos actuar.

Un contrato con el electorado honesto y transparente

Los criterios para la constitución de alianzas post electorales, la acción de gobierno y la acción de oposición deben ser presididas por un contrato claro y transparente establecido con los electores en el período previo a las elecciones.

Se ha de distinguir claramente entre lo que son objetivos a largo plazo, propuestas que dependen de instituciones distintas a aquéllas a las que los electores son convocados, objetivos inmediatos que estén dentro del ámbito competencial de la institución para la que el electorado ha sido convocado y compromisos irrenunciables.

El nivel de cumplimiento de estos objetivos inmediatos no puede ser exigible al 100% puesto que dependerá del grado de apoyo electoral recibido pero, en ningún caso, se puede hacer lo contrario de lo que se comprometió.

Expresado en positivo, la contraprestación necesaria al apoyo electoral recibido
ha de ser, siempre, hacer todo lo necesario – por encima de cualquier consideración táctica o partidista - para garantizar, en la mayor medida posible, el cumplimiento de los compromisos adquiridos con los electores, lo cual, desde nuestro punto de vista, quiere decir poner por encima de todo la mejora de las condiciones de vida de la ciudadanía a la que nos hemos dirigido para pedirle su confianza.

II.- TRABAJAR POLÍTICAMENTE DESDE LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA, LA LEALTAD, LA AMABILIDAD Y LA TOLERANCIA

Las contradicciones de la sociedad capitalista en la que estamos inmersos contamina necesariamente las actitudes y los comportamientos en las organizaciones políticas que pretenden superar este modelo social. Constatar este hecho significa que la izquierda trabaja políticamente en una permanente tensión pero no puede suponer el acomodamiento a determinadas dinámicas. La transparencia, la horizontalidad, la participación, la tolerancia, la lealtad al proyecto sin menoscabo de la discrepancia, la sostenibilidad medioambiental, la igualdad de género, etc. han de formar parte no sólo de la propuesta política hacia el exterior sino de la práctica interna y cotidiana de la organización.

Entre otras cuestiones, es urgente que IU utilice progresivamente el software libre; establezca protocolos claros sobre la introducción de criterios sostenibles en nuestra actividad editorial, gestión de sedes, etc.; apueste por la banca ética y el comercio justo, destine sistematicamente una parte de sus recursos a la cooperación internacional y establezca protocolos para garantizar la transparencia en las cuentas.

Sumar en afiliación y sumar en participación. El crecimiento cuantitativo es importante pero lo es también transformarnos en una organización flexible, capaz de trabajar con apertura y que se adapte a las demandas de participación. En ese sentido, es necesario dejar de pensar en una organización política que solo incumbe a sus militantes, para dar paso a una que interactúa con la ciudadanía, organizada o no.

Por ello, hay que abrir cauces de participación y decisión en los que puedan intervenir todas las personas, estén o no afiliadas, hayan votado o no a IU. Hay ejemplos, en nuestra organización y fuera de ella, que han permitido combinar las garantías en los procesos de decisión con la máxima apertura. Es hora de apostar por fórmulas como las primarias abiertas, los caucus o los referendos sobre decisiones de gran calado. Asimismo es necesario articular una relación estable y normalizada con una amplia base de simpatizantes.

Flexibilizar la organización interna. Es necesario que IU tenga un funcionamiento que le permita dar respuestas más ágiles, aprovechar las aptitudes de su gente y adaptarse a las necesidades de cada territorio. Son necesarios órganos de coordinación más reducidos y en los que los debates se ordenen de una manera práctica, donde sea posible escuhar posición pero imprescindible obtener conclusiones de síntesis. Aprovechar las posibilidades de las nuevas tecnologías para agilizar las decisiones del día a día y a la vez hacerlas participativas. Generar redes que fomenten el intercambio de información y experiencias entre gente con similares aptitudes o necesidades (desde redes de desarrolladores de software, hasta redes de cargos públicos; el foro de abogados y abogadas es una buena experiencia). Se trata de diferenciar en fin, entre los necesarios procesos democráticos y las jerarquías injustificadas que nos impiden actuar a la velocidad que los tiempos nos exigen.

CONCLUSIÓN

Lo que planteamos, en definitiva, es comprender en toda su magnitud el cambio que se ha producido en los últimos años, por no decir meses. No solo por el agravamiento de la situación socioeconómica y la traslación de la crisis económica también a la esfera política, sino por la emergencia de una contestación ciudadana y un nuevo sentido común que permiten plantearnos el reto de construir una verdadera alternativa de mayorías. Eso nos va a exigir cambiar, arriesgar, tener más humildad y generosidad, poner las ideas y el proyecto por delante de las siglas y atrevernos a compartir, con mucha más gente, el desafío de construir algo nuevo.

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